Cuando sientes que te mueres, debes hablar de vivir.
Cuando sientes que estás a punto de rendirte, debes hablar de luchar por seguir adelante.
Cuando no ves salida alguna, tienes que hablar de cómo Dios puede hacerlo de cualquier forma.
Y ten presente que: el enemigo siente que ataca con más violencia cuando sabe que Dios te tiene reservado algo excelente.
Cuando te quedas sin piso y parece que has llegado al punto más bajo de tu vida... cuando las cosas no podrían ser peores... no sabes lo que Dios pueda tenerte a la vuelta de la esquina.
No es momento de amargarse. No es momento de ser negativo.
Es momento de echar hacia atrás los hombros y declarar con firmeza: "Mi momento está por llegar. Soy un triunfador, no una víctima".