El amor es la recompensa



Hay una cita inusual en el antiguo testamento acerca de Isaac, el patriarca bíblico. Isaac era el hijo de Abraham, quien fue el padre de los Israelitas, musulmanes y cristianos. Isaac se caso con una mujer llamada Rebeca. La Biblia lo relata así:
“Y condujo Isaac a rebeca a la tienda de Sara, su madre; y tomo a Rebeca, la cual paso a ser su mujer; y la amo” (Génesis 24:67)

En nuestro mundo actual sucede habitualmente al revés. Nos conocemos, nos enamoramos y después nos casamos.
Contrariamente a lo que cree la mayoría, cuando se trata del funcionamiento de una relación entre almas gemelas, la Biblia tiene razón. El verdadero amor no es la Causa de un matrimonio entre dos personas. El verdadero amor es el Efecto, el resultado neto de muchos años de duro trabajo, de esfuerzo y, lo que es más importante, de transformación espiritual. El verdadero amor es una recompensa que tanto el esposo como la esposa deben ganarse.

El problema actual es que las parejas lo hacen al revés. Se nos ha hecho creer que el amor debe existir desde el inicio del matrimonio, que el amor es la razón para casarse. Y después de algunos meses o quizá años nos rascamos la cabeza preguntándonos por que perdimos esa emoción, por que la pasión y la calidez se han disipado en nuestra relación. He aquí el problema; lo que la gente suele llamar amor es, en realidad, necesidad. Hay una gran diferencia entre ambos. Pregunta a la gente por que ama a su novio o novia y nueve de cada diez personas te dan respuestas como esta:
Me hace sentir amado
Me entiende y me acepta por lo que soy
Me da espacio y me hace sentir segura y protegida
Saca lo mejor de mí
Se preocupa por mí y me trata con respeto
Y si hablan de Jerry Mcguire te dirán. “El me completa”

Todos ellos son sentimientos agradables. Pero todas estas respuestas, aunque pueden sonar como definiciones de amor, no lo son. Lo que describen es una necesidad. En otras palabras, las personas que ofrecen esta respuestas están halando sobre sus propias necesidades y deseos. Eso no es amor. El amor no consiste en recibir. El amor no es lo que obtienes de una relación. El amor consiste en dar. El amor es lo que estas poniendo en la relación, de forma incondicional, sin expectativas ni deseo de recibir algo a cambio.

El amor nunca se basa en el yo. El amor se basa únicamente en la otra persona con quien estas compartiendo. El placer y la satisfacción derivan del acto de compartir con la persona que amas. Experimentas su felicidad. Es cierto, se trata de un estado de conciencia elevado, pero todos podemos alcanzarlo si dedicamos años al crecimiento y la transformación espiritual. Y llegar allí debe llevar tiempo.

Todas las relaciones comienzan como una forma de necesidad mientras buscamos satisfacer nuestros propios deseos. Pero si utilizamos la sabiduría y el poder una tecnología espiritual como la Kabbalah para transformarnos, obtendremos gradualmente la capacidad de amar a la otra persona incondicionalmente y de ser amados de la misma manera. Ambos integrantes de la pareja derivan su propio placer de satisfacer y complacer, al otro.
En tal estado, aceptamos la bondad, el cuidado, el amor y los regalos que nuestra pareja nos concede porque sabemos que el acto de darnos le brinda mucho placer. Ahora estamos recibiendo con el propósito de compartir. Así se establece un circuito de energía maravilloso por el cual incluso el acto de recibir se ha trasformado en un acto de compartir. Es una dinámica poderosa que crea nada menos que milagros y activa un indecible placer Divido para ambos. Pero, repito, este tipo de amor incondicional se obtiene solamente en una verdadera relación de almas gemelas, y estas elevadas cumbres del amor se alcanzan solo después de años de esfuerzos y de transformación por amor a la otra persona.