Aleph
El suelo está mojado; imagino que mis tenis tan meticulosamente lavados dos días antes estarán de nuevo llenos de lodo dentro de algunos pasos, independientemente del cuidado que pueda tener. Mi búsqueda de la sabiduría, la paz espiritual y la conciencia de las realidades visibles e invisibles se transformó ya en una rutina que no da resultado. Cuando tenía 22 años comencé a dedicarme al aprendizaje de la magia; recorrí diversos caminos, anduve a la orilla del abismo durante años importantes, resbalé y caí, desistí y volví. Imaginaba que cuando legara a los 59 años estaría cerca del paraíso y de la tranquilidad absoluta que creo ver en la sonrisa de los monjes budistas. Por el contrario, parece que estoy más lejos que nunca. No estoy en paz; de vez en cuando entro en grandes conflictos conmigo mismo, que pueden durar meses. Y los momentos en que me sumerjo en la percepción de una realidad mágica duran apenas algunos segundos. Lo suficiente para saber que ese otro mundo existe, y lo bastante para dejarme frustrado por no lograr absorber todo lo que aprendo